El retorno frustrado

Comienzo transcribiendo la página 58, donde hice la última anotación que figura en estos cuadernos...

"14 de Abril de 1992 - 23:50 hs.

Comentar todo lo que pasó desde la hoja 57 a la 58 sería largo y, casi, casi, hasta aburrido. Comentar lo que no pasó, muy simple. Dejé de jugar al rugby. En 1986 se jugó mi última temporada.

Pasaron 6 años, ya casi estoy por recibirme y de apoco vuelvo al querido, sagrado, idolatrado, amado... RUGBY!

Pero, igualmente, no es lo mismo. Si bien unos pocos jugaron conmigo, otr4os tantos son viejas caras conocidas, pero los grandes amigos ya no juegan. No, no es lo mismo. Aunque no sea lo mismo uno quiere volver a jugar por que extraña toda la magia que encierra al Rugby.

Ahora estoy jugando de pilar, en la intermedia, muy gordo y casi sin aire. No sé como va a seguir esta historia ni como va a terminar. Por eso, quiero hacer de estas líneas, el cierre a todas las hojas antes escritas. En honor a los que fueron, a los que están y a los que serán el Rugby de Gimnasia que tanto me dió, me da y me seguirá dando no sé por cuantos años más. Chau!

Aunque nunca digas nunca..."


El año 92 había marcado la posibilidad de la vuelta. Pero también me hizo dar cuenta que las cosas no eran como antes. Que 6 años sin ejercicio ni gimnasio y jugando en una Intermedia era dar mucha ventaja. Que me podían hacer mierda en cualquier momento. Y que cada entrenamiento y partido en vez de ser un disfrute eran un sacrificio. De última, me lo hizo entender un pilarcito de St Andrew's que me cagó a trompadas durante 40 minutos y que en cada scrum me hacía sentir la diferencia de edad. Creo que me llegaba a los hombros ese chico, y aparte de tener 5 años menos que yo, tenía una caja el doble que la mía. Si supiera el nombre le escribiría para agradecerle el haberme hecho entender que ya no podía jugar más. En la misma cancha donde un vez había perdido un campeonato ahora me retiraba. Vencido. Cagado a palos por un petiso en cada scrum! Todavía me acuerdo pidiendo el cambio al final del primer tiempo. Me fuí a bañar mientras un borrego mal educado de Punta Chica me gastaba con no sé que clase de palabras y sabiendo que ese había sido mi último partido.

Por otro lado, el vestuario ya no era el mismo. Sí, yo era yo. Era "Willy", el que había jugado muchos años. Y las caras me reconocían y yo las reconocía a ellas. Seguían estando Peto, Paqui, Diego (esa tercera línea histórica!), Simón y sus secuaces, Santiago GL. Pero faltaba algo, que se yo! Ninguna de esas caras era la de mis amigos de toda la vida. La de los pendejos de los asaltos y los cumple de quince de colado, la de gritarle a las parejitas que entraban al telo de Mansilla desde el balcón de Pariggi, la de los cigarrillos a escondidas, las novias y los primeros garches... que se yo. Las caras con las que crecí. Estas eran otras caras. Es rara la sensación de sentirte fuera de algo aún entre conocidos.

Así que ese retorno fue simplemente para terminar de cerrar la etapa de jugador.